miércoles, 28 de julio de 2010

40 años buscando a Eva María...

Si tuviera que decir cuál es el primer recuerdo que tengo de la canción del verano, o mejor dicho, cual es la primera canción del verano que recuerdo, sin lugar a dudas es a María Jesús y su inseparable acordeón, cuando nos hizo bailar a todos los españoles al ritmo de su machacón e incansable Baile de los pajaritos. La otrora musa de los jubilados españoles amenizó mis vacaciones en Alicante aquel verano de 1981 y me sirvió para empezar a tener conciencia de un fenómeno que se ha ido repitiendo año tras año sin excepción.

Para empezar yo creo que el término "Canción del verano" no es del todo correcto, hay tantas canciones del verano como personas, es una expresión que creo que se utiliza mal ya que la canción del verano debería ir asociada a una persona, un momento, un lugar o una situación en concreto. Sería mucho más acertado decir ¿Cuál es la canción que te viene a la cabeza cuando recuerdas aquel verano? Aun así, siempre hay unas cuantas canciones que ya desde Marzo o Abril empiezan a aparecer en emisoras de radio o anuncios de tv y que nos avisan de que durante los meses de estío retumbarán una y otra vez en nuestras cabezas.

Podemos decir que el fenómeno de la canción del verano en España nace a mediados de los 60, coincidiendo con la explosión del turismo en España y el boom ocupacional de todas las playas y costas de nuestra geografía. Es en el año 1965 cuando la desconocida hasta entonces Canción del Verano empieza a tomar sentido, ese verano, Johnny & Charley Kurt, un dúo llegado del norte de Europa de éxito tan fulminante como fugaz, consiguieron que todo el mundo aprendiera a bailar el archiconocido “Izquierda, izquierda, derecha, derecha…”, efectivamente se trataba de La Yenka, y con esta canción de dudosa calidad y de coreografía no muy complicada se instauraba una moda que continúa 45 veranos después.

A partir de La Yenka y hasta nuestros días han sido infinidad de canciones las que han acompañado nuestras vacaciones y nuestros meses de calor año tras año. En la década de los 60 y principio de los 70 el protagonismo de estas era casi indiscutiblemente patrio. Los grupos españoles de moda en aquella época se las ingeniaban para un año sí y otro también sacar ese hit pegadizo en verano que les hiciese ocupar las listas de éxitos. A esta prolífica etapa corresponden joyas de la música pop española como Black is Black de Los Bravos, Flamenco de Los Brincos, Si yo tuviera una escoba de los Sirex, Vacaciones de Verano, Cuéntame, La fiesta de Blas o Eva María de Formula V (en la foto), Es muy fácil de los Mitos, Maria Isabel de Los Payos o Un rayo de sol de Los Diablos.


Muchos de estos grupos han sido en ocasiones infravalorados o simplemente se les ha encasillado como grupos de verano, pero han sido y serán parte fundamental de la historia de la música moderna en España, es más, no creo que haya ninguna canción pop hecha en España como el Black is Black de los Bravos, o muy pocos grupos con una discografía tan completa y repleta de éxitos como la de Formula V.

Pero los años 70 transcurrían y la hegemonía de los grupos españoles, sobre todo Formula V y Los Diablos, iba desapareciendo. Era una época de alteración en nuestro país, España estaba abocada a un cambio político, algo que también parece que influyó a la música en general y a la Canción del Verano en particular. A los cantautores y a la canción protesta , tan presentes en los años 70, se les tenía que buscar un competidor y los sectores más reaccionarios pensaron en algo típico español, y que mejor que el pasodoble y Manolo Escobar, que en 1973 se convirtió en el éxito del verano con el hoy todavía omnipresente ¡Que viva España! o Peret y su rumba que hizo lo mismo un año después con Canta y sé feliz.

Con la muerte de Franco, y con los cambios que en el país se produjeron, se cerraba una época, tanto en lo político, como en lo musical. A partir de 1975, la Canción del Verano ya no volvería a ser la misma. Los grupos y solistas españoles pasaron a un segundo plano y la música procedente del extranjero, principalmente las baladas italianas y los primeros hits de sonido dance, ocuparon las primeras posiciones de las listas de éxitos. A esta época pertenecen las baladas Jardín prohibido de Sandro Giacobbe o Gloria de Umberto Tozzi y la discotequera Born to be alive de Patrick Hernandez. Pero los verdaderos protagonistas de este cambio son dos personajes claves de la canción estival, la italiana Raffaella Carra y el rey del verano Giorgie Dann. Entre los dos se bastaron y sobraron para repartirse los éxitos veraniegos de finales de los 70, por parte de la italiana, con Rumore, En el amor todo es empezar, Fiesta o Hay que venir al sur y de principios de los 80, por parte del francés, con canciones como El Bimbó, Macumba, Carnaval, Carnaval, El Africano o El Chiringuito, todas ellas cumplían la receta mágica del éxito veraniego: estribillo pegadizo y coreografía fácil.

La consolidación de la democracia y la pro actividad de la juventud de finales de los 70 y principios de los 80 trajo consigo un resurgir de la música española, a esto también ayudo un fenómeno muy importante para la música de este país como fue la Movida Madrileña, un boom desmedido por todo lo moderno en un claro intento de ruptura con las normas establecidas en el pasado. Grupos como Alaska y sus Pegamoides con Bailando o Radio Futura y su Escuela de Calor devolvieron a la música española el dudoso titulo de reina de la Canción del Verano, compartido eso si, por los éxitos de música disco procedentes sobre todo de Italia y Alemania. Canciones como Brother Louie de Modern Talking, Call me de Spagna o La Dolce Vita de Ryan Paris se convirtieron en número uno en nuestro país, algo que en la mayoría de las ocasiones no ocurría en sus países de origen.

Las canciones del verano nunca se han caracterizado por ser obras maestras, no se trataba de eso, y salvo algunas honrosas excepciones no dejaban de ser canciones simples y facilonas más orientadas al baile y al cachondeo que a otra cosa, pero con la finalización de la Edad de oro del pop Español a finales de los 80, el Aquí no hay playa de The Refrescos sería la última muestra de este movimiento, la poca calidad de las mismas se ve acentuada con un fenómeno que invade las listas de éxitos españolas durante toda la década de los 90 y que todavía continua: La música latina en todas sus variantes. Y es que personalmente creo que desde los años 90 a esta parte sería incapaz de escuchar alguna de estas canciones en algún sitio que no fuese un chiringuito de playa tomándome una cervecita bien fría. A este "selecto" grupo de "temazos" pertenecen clásicos de la chancla y la toalla como Ven, devórame otra vez de Lalo Rodríguez en 1988, Lambada de Kaoma en 1989, María de Ricky Martin en 1994, El tiburón de Proyecto Uno en 1995, Salome de Chayanne en 1998 o atentados musicales como La Bomba de King Africa o el Papi Chulo de Lorna.

Pero no podemos solo criticar a la música que viene del otro lado del atlántico, en nuestro país llevamos los últimos 20 años haciendo "joyitas" verano tras verano. Muchas de ellas por lo menos han servido para incrementar el repertorio en fiestas de pueblos y similares como La luna y el toro de Los Centellas, El Tractor Amarillo de Zapato Veloz o El Corral de El Koala, y otras muchas han servido para hacernos bailar a todos en garitos a altas horas de la noche, en bodas, bautizos y comuniones, porque que salga el valiente que alguna vez no haya bailado La Macarena de Los del Rio o El Asereje de las Ketchup… asi somos en este país.

Y asi vamos llegando a nuestros días, en los que el reggaetón y los politonos nos han invadido, en los que excentricidades tan pintorescas como el Dragostea din Tei de los rumanos O-Zone o nuestro más ilustre representante en Eurovisión, Rodolfo Chikilicuatre y su Chiki, Chiki se hacen un hueco en las listas de éxitos veraniegos. No me quiero poner nostálgico, pero muy lejos quedan aquellas pinceladas de buen pop de mediados de los 60, definitivamente la canción del verano ha seguido por otros derroteros, sobre todo en los últimos años.

Son muchas, 40 años dan para mucho, y seguro que se me olvidan algunas de las que ahora mismo os estáis acordando, pero por lo menos nos ha servido para hacer un recorrido por la música playera de las últimas décadas. Algunas eran buenas canciones y han perdurado, otras regulares y se olvidan de un año para otro y muchas de ellas son auténticos bodrios que pasado el tiempo nos arrepentimos de haber cantado y bailado, pero la canción del verano es lo que tiene. ¿Y este año? Este año no hay ninguna discusión, este año solo hay una canción del verano, que será la de muchos veranos, quien me iba a decir a mí que se me iban a poner los pelos como escarpias cada vez que escuchase a… Bisbal!!! Pero así es, y es que es oír los tambores del principio y acordarme de Iniesta… pero eso es otra historia.

jueves, 8 de julio de 2010

Aquel verano de 1991 y este verano de 2010.

Puede resultar paradójico e incluso exagerado lo que voy a decir, pero creo que pocos grupos en la historia de la música han influido tanto mis gustos musicales como Los Beatles y Crowded House. Si, ya lo sé, no se pueden comparar a los 4 de Liverpool con estos 4 neozelandeses, pero en la época de mi vida en la que los descubrí, sus melodías y sus canciones supieron reconducir mis gustos rockeros de entonces hacia lo que son hoy mis sonidos predilectos. A los Beatles creo que no hace falta descubrirlos, a Crowded House tampoco, al menos a estas alturas, hace 19 años si, o por lo menos yo lo hice aquel verano del 91 en el bar de mi amigo “Lenguao” cuando entre La chica muy mona que vivía en Barcelona de Siniestro y el Vuela, vuela de Magneto se colaba el Weather with you del antológico Woodface.


Esta mítica canción, junto con otros grandes clásicos como Fall at your feet o Four Seasons in one day, pertenecían al tercero de los discos de Crowded House, posiblemente el mejor de su carrera y sin ninguna duda el que les llevo a principios de los 90 a ser uno de los dominadores del panorama pop mundial. Hoy, 24 años después de grabar sus primeras maquetas en una casa repleta, situación que dio origen al nombre del grupo, y de publicar el primero de sus discos, vuelven a la carga con nuevo trabajo, nueva formación e incluso podíamos decir que nuevo sonido, aunque sin dejar atrás ese pop característico y elegante de siempre.

Este último trabajo lleva por título Intriguer y es una apuesta mucho más fuerte y seria que el anterior Time on Earth de 2007, en aquella ocasión el grupo hizo un amago de disco todavía contrariados y abatidos por la muerte en 2005 del batería y uno de los fundadores del grupo, Paul Hester, y a pesar de que el disco no tuvo una mala acogida entre el público y la prensa especializada, no tenía la fuerza que necesitaba un grupo reconocido que desde Together Alone en 1993 llevaba 13 años sin grabar. Para Intriguer, con una nueva formación y los ánimos renovados, han pretendido dejar claro que van mucho más en serio que hace dos años y que sobre todo su líder y alma mater, Neil Finn, sigue componiendo maravillosas canciones.

A pesar de esta capacidad compositora tanto de Neil Finn como de su hermano Tim, dos de los mejores compositores de su generación, y de su facilidad para confeccionar excelentes temas, desde el principio se tildó a Crowded House de hacer un pop facilón, algo que con el paso de los años ha quedado totalmente olvidado, ya que detrás de esas melodías en apariencia sencillas, hay unas inmensas proporciones de buena música. Aun así en este su sexto álbum de estudio, muy pocos para un grupo de más de 20 años de carrera, han querido dar una vuelta de tuerca al sonido Crowded House.

Este Intriguer es un álbum mucho más oscuro, mas intrigante, aderezado con una pizca de psicodelia, con un tempo un punto más alto que discos anteriores pero sin abandonar la más pura esencia de Crowded House y el sonido Finn, con la constante presencia del sonido de los Beatles y sobre todo de Paul McCartney en su etapa en solitario y con canciones que podían haber encajado perfectamente en Woodface o en Together Alone, dos de sus discos más representativos. Y es que está claro que quieren avanzar e innovar pero no perder sus raíces, para ello han contado con el consagradísimo productor musical Jim Scott, artífice entre otros de los discos de Wilco y Jeff Tweedy y que es la primera vez que colabora con los neozelandeses.

El primero de los cortes de Intriguer es el elegido como primer single, Saturday Sun, solo el arranque de batería mucho más presente y contundente que en discos anteriores, nos indica que aquí ha cambiado algo, pero tampoco mucho, porque aunque los efectos electrónicos también son una novedad en el sonido de Crowded House, la mayor parte de la canción experimentamos una sensación de deja vu... “yo he escuchado esto antes”, pues seguramente sí, porque en el fondo es el Neil Finn de siempre, en el fondo es Crowded House.



Archer’s Arrows es mucho menos innovadora y diferente que la que abre el disco, es un medio tiempo, muy a su estilo, en el que la voz de Neil Finn y una deliciosa segunda voz femenina marchan por el camino que les marca el piano durante toda la canción. De nuevo un corte muy de su estilo ¿encasillados? ¿repetitivos? a veces es muy difícil no encasillarse ni resultar repetitivo, pero está claro que nadie hace como ellos este tipo de pop elegante y tranquilo y otra muestra evidente es la maravillosa Amsterdam.

Si tuviese que escoger una canción para pasar un día en el campo en pleno verano esa podría ser perfectamente Either side of the world, el piano, las panderetas y ese coro suave, te trasladan a un ambiente bucólico, de tranquilidad, algo que consigue fácilmente Finn con su voz. Fallin Dove empieza muy tranquila pero su ritmo va in crescendo, sobre todo en la parte central, apoyada mucho más en la guitarra acústica, posee una excelente e insistente melodía que la convierte en una de las mejores canciones del disco.

Con un sonido de guitarra al más puro estilo de los años 50 empieza Isolation, otro medio tiempo interpretado a dúo por Neil Finn y su esposa Sharonn que también hace los coros en Archer’s Arrows. El sonido del órgano y la voz de Sharonn ligeramente distorsionada le dan al tema una atmosfera turbia, que queda rematada por un potente final. No es de las mejores canciones del disco, pero resulta un curioso experimento.

Durante toda su carrera ha sido notoria la influencia de Paul McCartney en la música de Crowded House y de Neil Finn, no solamente en cuanto al sonido, que algunas veces es muy similar al del ex Beatle en su carrera en solitario, sino también en la facilidad que comparten ambos para expresar grandes cosas con pocas palabras, algo que alcanza su máximo esplendor en este disco con Twice if you’re lucky, sin lugar a dudas la canción más alegre y optimista de este Intriguer, “son cosas que pasan una vez en la vida, dos si tienes suerte”, Sir Paul tiene que estar orgulloso de esa frase, de esta canción y del Señor Finn, sin duda.

No podía haber un disco de Crowded House sin una canción con sonido Beatles, y en este caso le ha tocado el turno a Inside Out, la canción más guitarrera del disco que sirve de contrapunto a los dos últimos cortes, Even If y Elephants, dos baladas con la voz solista de Finn como principal protagonista. Emotivas las dos, sobre todo la última, ya que es un homenaje al antiguo batería del grupo Paul Hester, fallecido en 2005. Una manera perfecta para terminar un disco sin sobresaltos.

Siempre han dicho de Crowded House que era un grupo del que conocías mas canciones de las que creías, incluso eso se utilizó como campaña publicitaria, y es cierto, sobre todo en sus comienzos lograron encadenar un éxito tras otro, algo que remitió de repente a mediados de los 90 con el retiro de Finn y sus compañeros de los estudios y los escenarios. Intriguer es una buena oportunidad para volver a recuperar el gustillo por escuchar aquellas canciones que todos canturreamos hace ya unos añitos. No nos vamos a encontrar ningún Weather with you, ni ningún Distant Sun, pero es que eso es tan complicado hoy en dia… lo que está claro es que no nos va a decepcionar y nos va a dejar con un excelente sabor de boca. Gracias a Neil Finn por todos estos años de buenas canciones y sobre todo gracias al “Lenguao”, tantas horas metidas en ese bar por lo menos sirvieron para algo.