martes, 23 de noviembre de 2010

Basado en hechos reales

Si tuviera que relacionar el articulo de hoy con una película o con un género de películas determinado, tengo claro que sería, si me permitís considerarlo como género, el de las pelis de Antena 3 a las 4 de la tarde y no porque vaya a hablaros de la esposa despechada a la que le hace la vida imposible la familia de su marido o de la alumna malvada que se enamora del profesor madurito y pretende acabar con su matrimonio, nada de eso, es porque el articulo de hoy al igual que esas pelis empieza con la frasecita "basado en hechos reales", pero como este blog es de música voy a hablar de todo lo vivido en el concierto del sábado de Arcade Fire, aunque esta vez no voy a hablar únicamente de lo que yo viví...


Para entender la historia desde el principio vamos a remontarnos hasta Agosto de 2010, cuando ingenuo y confiado decido sacar un par de entradas para el concierto que tres meses después iban a dar los canadienses Arcade Fire en Madrid. Y digo lo de ingenuo y confiado porque esta vez mi compañera fiel de conciertos tenía acompañante decidido y yo pensé que tres meses eran más que suficientes para conseguir engañar a alguien y que viniese conmigo al Palacio de los Deportes. Los meses pasaban al igual que los acompañantes y por unas cosas o por otras, mas por unas cosas que por otras, me encuentro el día del concierto con 41€ en el bolsillo.

Cuando ya estaba más que decidido a cantar el Wake up yo solo, un gran amigo del que no diré el nombre, tranquilo Alberto que no voy a manchar tu mas que ganada fama de Barriero, decidió apuntarse a última hora y sacrificar el Almería - Barcelona y el Madrid – Athletic de Bilbao por ir a ver a uno de esos grupos que “solo” me gustan a mí, que aquí no conoce nadie y que en sus propias palabras no sabía ni que existía. Y es que Alberto, como buen Sevillano, es “mu flamenquito” y se mueve mucho mejor entre palmas y cajones que entre guitarras eléctricas, bajos y baterías, y para él, ver al grupo indie con más talento y mas diferente del panorama musical actual iba a ser toda una experiencia.

De camino en el coche, carrusel deportivo, si no sabía ni que existían ¿qué sentido tenía escuchar deprisa y corriendo cuatro canciones y romper la sorpresa? Así que entre gol y gol de Messi fui allanando el camino, explicándole quienes eran, cuantos discos llevaban y que significaban ahora mismo en el mundo de la música. Yo sabía que apostaba a caballo ganador y que Alberto a pesar de sus muy diferentes gustos musicales iba a disfrutar del concierto, aunque solo fuese por las cañas de antes y después.

Nada más llegar y dar una vuelta por los alrededores una cosa le quedó clara, que no soy el único friki, y que somos muchos, muchísimos mas de los que él pensaba y es que en los alrededores del Palacio se respiraba el ambiente de las grandes ocasiones, de los grandes conciertos, ambiente de concierto del bueno, un par de cañitas para refrescar la garganta y entramos dentro para intentar pillar un buen sitio.

La verdad es que la entrada no fue todo lo triunfal que yo esperaba, en el escenario un cantante digamos "metidito en carnes" gritaba como si le estuviesen abriendo en canal, se trataba de los teloneros, Fucked up, que me pusieron las cosas de entrada bastante difíciles, porque a ver cómo le explicaba yo a Alberto que lo que iba a escuchar dentro de un rato no tendría nada que ver con lo que estaba oyendo. Al menos nos sirvió para bromear con la chica sentada a nuestro lado, Lina, que después de conversar un rato con nosotros, y maldecir y envidiar a partes iguales a Alberto por venir de "invitado" al concierto, nos confesó que venía de Colombia entre otras cosas a ver a Arcade Fire, algo que hizo recapacitar a un asombrado Alberto que poco a poco se iba dando cuenta de que lo que venía a ver no era cualquier cosa.

De lo que ocurrió en la siguiente hora y media poco se puede decir, los 8 componentes de Arcade Fire con Win y Regine a la cabeza, salieron a un escenario correctamente iluminado y sin grandes pretensiones audiovisuales, únicamente una pantalla que proyectaba imágenes relacionadas con las canciones interpretadas, pero ¿a quién le importa eso? Lo importante en Arcade Fire es su música y creo que pocas bandas actualmente pueden proponer en un concierto de 90 minutos tal cantidad de hits, y a juzgar por la reacción de las mas de 15.000 personas que abarrotaban el Palacio de los Deportes, no soy el único que opina esto.

Empezaron con Ready to Start, uno de los pelotazos de The Suburbs, su último disco, y aunque el sonido no fue todo lo bueno que debería, sirvió para que la gente se metiera rápidamente en situación, después Month of May, otro de los temas más potentes de su último trabajo, pero la gran mayoría, entre los que me incluyo, esperábamos a que apareciese alguno de sus temas estrella, cosa que no se hizo esperar puesto que el tercero de los temas fue la excepcional Neighbourhood #2(Laïka), empezaba a desatarse la locura.

Sin apenas tiempo para recuperar el aliento, Alberto ya se había olvidado de los teloneros y había podido comprobar que efectivamente nada tenían que ver. Cuando comenzaron a sonar los primeros acordes de una de las canciones más grandes de los últimos 25 años y la gente gritó, le miré y le dije “ahora sí que empieza esto de verdad” y es que comenzaba a sonar No Cars Go, si escuchándola en el disco es una canción perfecta, el carácter épico que le imprimen más de 15.000 personas cantando es difícil de explicar para mí y para la piel de gallina de Alberto.

Cualquier cosa que sonase después de No Cars Go iba a saber a poco, mucho más cuando Win deja la voz cantante a Regine, su mujer, que sigue empeñada en cantar en directo, aun así dos temas bien defendidos, Haiti y Sprawls II que personalmente creo que es la mejor canción de The Suburbs. El concierto entró en una fase mucho más tranquila, es de suponer que se estaban reservado los platos fuertes para una parte final apoteósica, hasta que llegase ese momento nos calmamos con Modern Man, Rococó y las dos The Suburbs una detrás de otra con Win, extraordinario durante toda la noche, sentado al piano.

Y de aquí al final Crown Of Love, con todo el palacio de los Deportes teñido de rojo, la deliciosa Neighbourhood #1 (Tunnels), Keep The Car Running, We Used To Wait y uno de los mejores momentos de la noche la despedida con la unión de Neighbourhood #3 (Power Out) y Rebellion (Lies), casi nada, entre medias de todas ellas llegó el momento de los agradecimientos, el de Win Butler a todos los asistentes a pesar del precio elevado de las entradas y el de Alberto a mí porque se lo estaba pasando como un auténtico enano.

Todo el mundo sabía cual iba a ser la última canción pero aun así era un momento que se esperaba con gran interés, y es que si hay una canción que representa a Arcade Fire por encima del resto esa es el Wake Up, posiblemente una de las mejores canciones de estadio escritas nunca. Había visto miles de veces está canción en conciertos como los de Glastonbury o el Madison Square Garden, había visto como miles de personas la cantaban, pero esta vez iba a cantarla yo con ellos.

Win pidió a las mas de 15.000 personas que allí estábamos que cantásemos como si fuésemos a escuchar nuestra canción favorita y empezó a rasguear la guitarra. Todo el Palacio de los Deportes se fundió en una única voz, incluso Alberto, que llegado a este punto ya estaba totalmente involucrado, cantó el Uooooooooooo como el primero, ¡¡¡que grande es la música!!!! Cuando acabó Wake Up volvió a enseñarme el brazo que por segunda vez tenía la piel de gallina y le contesté “Normal, acabas de escuchar la mejor canción de la década”.



Habíamos vivido un concierto histórico, uno de los mejores conciertos que he visto nunca, y van unos cuantos, un concierto con un público entregadísimo que no paró de cantar y corear todas y cada una de las canciones, un concierto superemotivo, capaz de emocionar al más sieso, a pesar de que los más puristas digan que ya no son tan buenos porque tocan en estadios para 15.000 personas y no en salas pequeñas ¿Qué importa el aforo del sitio donde toquen si son capaces de emocionar de la manera que lo hacen? Son distintos, diferentes, marcaran época y seguirán emocionando durante muchos años. Yo personalmente salí con la satisfacción del deber cumplido, los brazos de Alberto me habían dado la razón, no me podía engañar, sabía que había disfrutado. El resto del año seguiremos discutiendo de si este grupo es bueno o de si este grupo es malo, pero esa noche sé que no se le va a olvidar y lo mejor de todo es que se había emocionado con un grupo de esos raros de los que escucha Caña, su amigo friki gafapasta. Gracias crack por acompañarme.