lunes, 5 de abril de 2010

El tiempo pone a cada uno en su lugar...

Que "Los viejos rockeros nunca mueren" es una frase que gente con una longevísima actividad musical como los Rolling Stones, Bruce Springsteen, Neil Young o muchos otros sesentones, que todavía siguen dándolo todo por esos escenarios del mundo, nos han demostrado que es absolutamente cierta. Pero no solo son los viejos rockeros los únicos que no mueren, "Los viejos britpoperos" tampoco. Es el caso de los cincuentones Ocean Colour Scene que 20 años después de su formación siguen sacando discos de gran calidad como el que nos ocupa hoy, el recién publicado Saturday.



La banda de Simon Fowler y Steve Craddock se formó en Birmingham en 1990, aunque no fue hasta 1992 cuando publicaron su primer disco y hasta 1995 cuando adquirieron fama internacional, cuando su disco Moseley Shoals alcanzó el número dos en las listas de álbumes más vendidos del Reino Unido. Fama que se vio consolidada un año más tarde con su tercer disco, Marchin’ Already, hasta hoy el único disco del grupo que ha conseguido alcanzar la primera posición de las listas británicas, coincidiendo con el punto más álgido del Britpop en Europa.

Ocean Colour Scene, OCS como se les conoce normalmente, vivieron esa explosión, a pesar de una cierta notoriedad tanto en críticas como en ventas, siempre en un segundo plano, a la sombra de los dos grandes grupos que capitalizaron la corriente Britpop de la década de los 90, Oasis y Blur. Musicalmente no tenían nada que envidiar a ninguno de los dos, pero mediáticamente no tenían nada que ver, vendía mucho más las rivalidad de Albarn y los Gallagher, que cuatro chicos de Birmingham que no se metían con nadie, por lo que siempre fueron tratados con cierta dejadez, cierto desdén, circunstancia que lejos de afectarles les espoleó para sacar todo el partido posible a ese papel de segundones. La prueba más evidente es que siguen en el panorama musical, con más o menos éxito, cuando la mayor parte de aquellos grupos pertenecientes al Britpop desaparecieron.

Si algo distinguía a OCS del resto de grupos de su época era el gusto por la música americana, el soul, el rythm and blues y la música negra en general. Con cada uno de sus discos fueron capaces de evolucionar del típico sonido Madchester, tan habitual a principios de los 90, hasta un sonido mucho más personal, mucho más intimo, lejos de encasillamientos o etiquetas, tan habituales entre sus coetáneos, un sonido ligeramente descarriado de la música que se hacía en las islas en aquel momento, eso sí, sin renunciar a sus influencias, los principales grupos de la british invasión y el pop de los 60, The Who, The Kinks, Small Faces o los propios Beatles, pero con ramalazos de otros artistas menos "poperos" como Steve Winwood y la Spencer Davis Group o Paul Weller y The Jam.

Supongo que a estas alturas de la película, con más de 20 años de carrera y 9 discos de estudio a sus espaldas, OCS no pretende con su último trabajo convertirse en un fenómeno fan ni alcanzar las primeras posiciones en las listas de ventas, aun así este Saturday es un excelente trabajo, de lo más destacable de su carrera, lejos de los discos de la segunda mitad de los 90, pero posiblemente lo mejor que han hecho en los últimos años. Y es que aunque resulte paradójico no es tan difícil hacer un buen disco, sobre todo cuando se es buen músico y se tiene talento suficiente, y esto último les sobra a los chicos de OCS.

Para la producción de este Saturday han contado con uno de los productores más de moda en el panorama musical, Gavin Monaghan, responsable entre otros del sonido de dos de los grupos del momento, Editors y los americanos Kings of Leon, estos últimos, auténticos triunfadores de la pasada edición de los premios Grammy, donde se llevaron el máximo galardón. Este "Saturday" es sin lugar a dudas un disco excelentemente producido y que pese a llevar un ligero barniz de modernidad y de experimentar un pequeño cambio, debido sobre todo a su productor, mantiene el sonido característico y genuino de los de Birmingham de anteriores trabajos.

El disco comienza prácticamente a ritmo de pasodoble, con "100 Floors of Perception", pero tranquilos que son solo los primeros compases, pronto empiezan a aparecer sonidos reconocibles, un guiño a una de sus mejores canciones "Hundred Mile High City" y el sonido hipnótico del órgano que nos recuerda, y de qué manera, al "Baba O’Riley" de The Who. En definitiva, la mejor tarjeta de presentación para abrir este disco y toda una declaración de intenciones de lo que nos vamos a encontrar en el resto de cortes.

"Mrs Mayle" es otro trallazo, con dos partes bien definidas, una primera parte mucho mas soulera, con el empaque y la importancia que le proporcionan el sonido del piano y de las guitarras distorsionadas de Steve Craddock, y otra parte mucho más pop, mas folk incluso, muy al estilo de The Beatles en Rubber Soul o Revolver, un medio tiempo tranquilo y sosegado en el que destacan como siempre el sonido de las guitarras, esta vez acústicas, y una especie de bandurria o mandolina.

El tercer corte es el que da título al disco, "Saturday", una buena canción en la que sobresale la sección de viento-metal, que apoya al estribillo, y el piano, demostrando una vez mas que se mueven como pez en el agua entre melodías soul o rythm & blues. A mí personalmente no me termina de convencer el coro de fondo, demasiado ñoño, aun así no molesta en exceso. Una buena canción, sin más, pero lejos de las dos primeras que abren el disco.

Son varias las canciones de este "Saturday" que repiten la formula que tan bien les funciono en sus discos anteriores, "Just a Little bit of Love", "Harry Kidnap", "The Word" o "Fell in love on the street again" son todas canciones que podían aparecer en cualquiera de los discos de sus primeros años. Cada una con sus particularidades pero todas ellas son medios tiempos con ese aire intimista y melancólico tan característico, con arreglos orquestales, en casi todas ellas destacan los violines, y sobre todo, hechas a medida para la voz de Simon Fowler, que en este tipo de temas se maneja a la perfección y demuestra sus excelentes cualidades vocales. ¿Para qué cambiar algo que lleva 20 años funcionando?

Guiño a una de sus mayores influencias, Paul Weller y The Jam, en el tema "Old Pair of Jeans", una de mis preferidas del disco, uno de los temas más potentes de este trabajo, sonido de big band, soul elegante salpicado con rythm & blues, donde no faltan la sección de viento-metal, el piano y el coro femenino que está vez no sobra. Una vuelta de tuerca a su sonido, porque a pesar de ser un tema con tintes soul, no se parece a nada de lo que habían hecho anteriormente… y suena estupendamente.

La melodía de "Sing children sing" es reconocible 100%, suena a Ocean Colour Scene, a discos anteriores, pero esa "especie" de coro góspel la hace distinta, es una prueba más de lo que es este disco, sus sonidos y melodías de siempre pero adaptadas y modernizadas.

El primero de los singles, y otra de las grandes canciones de este Saturday es "Magic Carpet Days", quizás la canción con mas influencias del pop sesentero, perfecto el contrapunto del coro dulce del principio y el riff de mandolina, con el sonido mucho más rudo de las guitarras eléctricas en el estribillo. Un estribillo que se clava y que consigue que estés un buen rato tarareando. Otra de las canciones que nos demuestran que siguen estando en plena forma.



"Village Life" sigue la misma línea de esos temas en medios tiempos con cierto aire nostálgico, pero quizás esta es mucho mas folk que las anteriores, no tiene arreglos orquestales, y la guitarra acústica, la mandolina, tan utilizada en este Saturday, y un lejano sonido de acordeón llevan todo el peso de la canción. Los coros y la potente voz de Simon Fowler hacen el resto.

Pero no todo iban a ser buenas palabras y halagos para este Saturday, "Postal" sobra. No solo sobra, es que no llego a entender como han sido capaces de grabarla. Utilizando un poco la lógica puedo llegar a pensar que su productor tiene mucho que ver en ello, pero supongo que les habrá servido de experiencia para saber en qué tipo de canciones se encuentran desubicados. No digo que sea una mala canción, simplemente creo que no es el tipo de canción que ellos quieren interpretar. No pasa nada, es perdonable, una mala noche la tiene cualquiera.

"What’s mine is yours" es un curioso homenaje a otra de sus mayores influencias, The Beatles, en este caso al sonido de la última época de los de Liverpool, con un principio parecido al Honey Pie del álbum blanco, con el sonido del clarinete y del piano muy años 20, con la voz principal distorsionada como salida de un gramófono, y con una parte central interpretada a dos voces y unos coros que nos recuerdan a muchas de las canciones del propio álbum blanco o del Magical Mistery Tour.

El disco se cierra con "Rockfield", canción homenaje a los estudios de grabación donde se ha realizado el disco. El tema tiene ciertos toques orientales con el sonido de fondo de un shitar, instrumento hindú muy utilizado en la segunda mitad de los 60 por los Beatles, una muestra más de su influencia en el sonido de la banda, y que cierra el disco de una manera bastante digna.

Una de las muchas cosas buenas que tienen OCS es que en cada uno de sus trabajos se percibe que disfrutan con esto, y este Saturday es una prueba fehaciente de ello. Lejos de acomodarse han buscado nuevos sonidos sin renunciar a los que les hicieron famosos, sin renunciar a sus señas de identidad, pero siendo conscientes de que la evolución en el sonido de una banda es lo que la hace mantenerse viva. Quizás no fueron el grupo más representativo del britpop, pero si crecieron como banda en aquella época, veinte años después un nuevo y excelente trabajo sirve para demostrarnos que el britpop no estaba muerto… simplemente estaba descansando.

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